miércoles, 24 de agosto de 2011

Mike Oldfield - Tubular Bells (1973)

Hola, me llamo Iñaki y se me ha invitado a este blog para hacer críticas musicales, así que intentaré aportar parte de cómo vivo la música que me gusta. Empezaré por uno de mis artistas favoritos: Mike Oldfield, y con su "ópera prima" y más significativa: Tubular Bells.

Tubular Bells es uno de esos clásicos que todo el mundo cree conocer y en realidad es el gran desconocido que revolucionó la música de Rock Sinfónico y la New Age de los años 70 (muchos de sus fans discrepan de esa etiqueta, aunque no es más que eso, una etiqueta). Tubular Bells fue un experimento, una composición totalmente atípica de Oldfield. Sus primeros acordes normalmente enganchan a la audiencia por el condicionamiento cultural que nos produjo "El Exorcista" al incluir esta parte (la inicial) del álbum en su película. Para bien o para mal, "El Exorcista" y Tubular Bells siempre irán de la mano, pero no todo queda en ese fraseo inicial de piano, sino mucho más.

Para ponernos en contexto hay que hablar del autor: A Mike Oldfield hay que entenderlo como lo que es. Música nacida en Inglaterra, lejos de las grandes ciudades. Por eso su música empezó con toques celtas, influencias francesas, escocesas e irlandesas. Posteriormente adoptó ritmos muy básicos, semejantes a los tribales. Sonidos que te llevan sobretodo a imaginarte bosques, vuelos en avión (o sin él, imaginándote tú con alas), paisajes de Indochina, de islas de Oceanía. Su música está siempre encarada al cielo, dedicada al mismo. En realidad a la naturaleza en general. Hay que destacar que Mike es un gran amante de los aviones y la astronomía. A pesar que la guitarra eléctrica es la máquina principal de viaje por su música (piedra angular de su música, casi nunca falta la guitarra), él toca casi todos los instrumentos que suenan, incluida percusión. La única razón por la que en los conciertos hay mucha gente tocando cosas es porque él no puede tocarlo todo, pero sin duda es un genio moderno. Le gusta percutir los instrumentos, dar golpes a las cuerdas de la guitarra (empezó como bajista, que se dedica a eso, a golpear las cuerdas), el glockenspiel (un xilófono que en vez de ser de madera es de piezas metálicas), las campanas tubulares (lo que le ha hecho más famoso desde los años 70) y otros muchos instrumentos que él siempre está dispuesto a utilizar y a experimentar (a finales de los 80 se fue a Galicia y descubrió los gaiteros gallegos, se enamoró de ellos y de nuestro país, por eso empezó a incluir gaitas gallegas y guitarra española en sus piezas desde los años 90).

Tubular Bells es un viaje, el cual empieza suave y acaba de forma magistral e intensa, bajo el efecto de los instintos más primarios. La obra, inicialmente y a causa del vinilo, se dividía en 2 partes, una por cara (en una versión más reciente para el 30 aniversario en 2003, la cual fue reinterpretada ya que Oldfield siempre ha dicho que la primera versión fue con instrumentos desafinados y mesas de mezclas malas, se les puso nombre a algunos compases). La primera parte empieza como todos sabemos, un preludio de piano genial, no por otra cosa sino que es una melodía que se te queda enganchada y te resulta imposible de olvidar. Poco a poco va entrando el bajo, y las guitarras, la percusión en una serie de altibajos melódicos, que uno no sabe como interpretar, hasta entrar en una fase final algo extraña en un disco de música moderno: una melodía repetitiva con un ritmo de bajo que va dando paso a todos los instrumentos, uno por uno, y que una voz ceremonial les va dando nombre, para que los identifiquemos... hasta finalizar con el instrumento que da nombre al disco: Las campanas tubulares.

Su segunda parte yo siempre la he interpretado como "el paso de la evolución humana", además creo que es bastante claro. Empieza con una canción tranquila y acuática, de nuestra vida antes de ser terrenal, de ahí emergen sonidos que evocan más a lo bucólico de los paisajes, valles, montañas, prados, y la vida que fluye en ellos para acabar en una parte tortuosa y desagradable, donde una dos voces toscas (las cuales hacen de todo menos cantar) parece que discuten o intentan decirnos que son seres humanos y que están aquí para dominar el mundo le peses a quien le pese... el nacimiento de la especie humana, todo deja de ser bucólico y tranquilo y pasa a angustiar hasta tal punto que se cumple la máxima "después de la tormenta viene la calma"... una pieza celestial y serena acaba con el disco. El último minuto de Tubular Bells es una sorpresa sólo apta para los que aguanten esos 25 minutos de la "Cara B".

Existen una segunda y tercera entrega de Tubular Bells, si bien la segunda fue un "complemento" de la primera (según el mismo Mike Oldfield) y la tercera una revolución en su estilo de música (que tiene poco que ver con Tubular Bells), hay que decir que ambas son muy buenas obras, pero muy por debajo al legado artístico que dejó la primera de ellas. Como curiosidad, quien escuche Tubular Bells II y conozca bien la original, se dará cuenta de que esos altibajos y momentos de los que hablaba, son casi un calco, aunque las melodías cambian por completo, dándole otra sonoridad y siendo una pieza también muy buena.


Aquí os dejo la primera parte completa de la obra:


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