jueves, 25 de agosto de 2011

Jeff Buckley - Grace (1994)

"Grace" empieza con una leve y perturbadora voz celestial y con sencillos arpegios de guitarra de la canción "Mojo Pin". Pero pronto te das cuenta de que lo que oyes no es rock, pop, indie, grunge o punk de los años 90 sino algo más. Para este cantante, guitarrista y poeta llamado Jeff Buckley haría falta crear un género a parte, ya que después de escucharlo durante un lustro y convertirse en mi solista favorito todavía no sé cómo catalogarle. Bueno sí, os diré que una vez lo catalogué a la ligera como "música para cortarse las venas", ya que (y es un aviso para primerizos de este artista) su música es extremadamente melancólica y desgarradora en general, con una tristeza que hace que los fóbicos a canciones tan sensibles lo aborrezcan de buenas a primeras.

Un cantante con una voz bonita, a ratos femenina, y con un rango vocal de 4 octavas y media aproximadamente al sumarle el falsete (un falsete con un vibratto bellísimo), le convierten en una de las voces masculinas más superdotadas que he oído nunca en un cantante alternativo, y en un cantante rock en general (para que os hagáis a la idea Matt Bellamy de Muse y Freddie Mercury de Queen tenían entre 3 y 3'5 octavas de registro).



Su prematura muerte ahogado en extrañas circunstancias en un afluente del Mississippi mientras cantaba una de sus canciones favoritas de Led Zeppelin en una noche de relax mientras grababan su 2º disco de estudio en 1997, convirtieron su primer disco y canciones inacabadas del segundo en objeto de culto para los que de verdad sentían devoción por este artista y que, a la postre, son los que han hecho que su popularidad prospere poco a poco hasta la actualidad para darle el reconocimiento que no tuvo en su día.

Este disco no fue éxito de ventas ni destacó entre los medios de comunicación (en España ni se supo quién fue durante sus años activos), pero en algunos países sí se le dio debido reconocimiento en vida. Tales como su natal EEUU y Francia, y en menor medida Reino Unido.

La primera vez que oyes a Jeff Buckley te llama la atención por lo extraña que suena su música, la cual no tiene nada que ver con la música comercial de rock o alternativo o indie que solemos oír. Y yo personalmente necesité de 3 o 4 escuchas para encontrarle el punto y el gusto. Si para colmo eres capaz de entender sus letras a la primera de cambio, el placer puede llegar a ser triple, ya que por el mismo precio tienes una poesía melancólica con una música bien arreglada (Jeff era un excelente guitarrista) y una voz soberbia... en cuanto le encuentras ese punto, Jeff Buckley entra por tu mente y es capaz de recorrerla entera con cada canción, despertando emociones y haciéndote estremecer con sus cambios y sus momentos, entiendas las letras o no. Es difícil de entender, además, cómo puede sacar una música y un sonido tan bello desde la base del rock (es decir: base de percusión de batería y bajo, y luego guitarras rítmica y solita casi en exclusiva), un sonido sacado de su inseparable Fender Telecaster color crema con la que siempre se le veía en los conciertos (él hacía de guitarra solista con su banda).

Acerca de las canciones su único album de 1994 hay que destacar 4 vertientes en las que se mueve el disco: las más "comerciales" (básicamente en esta lista sólo entra "The Last Goodbye" y un poquito "Grace" aunque es fácil darse cuenta que es de todo menos comercial, pero sin duda era la que más gustaba y la más explotada en los medios que le prestaban atención), las poesías musicales ("Lover, You Should've Come Over", "Corpus Christi Carol", "Dream Brother" y en menor medida "Forget Her"), las canciones desgarradoras ("Grace", "Mojo Pin", "So Real", "Forget Her") y las 2 versiones de otros artistas que él incluyó en este álbum ("Lilac Wine" de Nina Simone y "Hallelujah" de Leonard Cohen, por los cuales él sentía admiración y devoción, sobretodo por Nina Simone). En el caso del "Hallelujah", se cumple una excepción máxima de que las versiones nunca mejoran la canción original o nunca le aportan nada nuevo, en este caso, cambiando la canción casi por completo (instrumentación, voz, coros, tiempos, etc) Jeff Buckley consigue recrear un tema dándole el toque "celestial" que en verdad debió tener el original de Leonard Cohen (cuya versión original es más emotiva que ceremoniosa).

Si se hace una escucha total del disco, de principio a fin, incluso el orden de las canciones es acertado. Antes destacaba el sonido celestial, leve y perturbador de "Mojo Pin". En una entrevista a Brad Pitt (fan de Buckley) comentaba precisamente eso, lo mucho que llama la atención esa canción, ya que su mujer puso el disco desde el inicio y cuando empezó a sonar, el propio Pitt, que no conocía a Jeff Buckley, no fue capaz de despegar su oído de los altavoces. Se trata de una canción que habla de los efectos de las necesidades y obsesiones, de los sueños, y alucinosis a los que eres inducido por ellas. Su segunda canción, "Grace" produce un cambio brusco ya iniciado por el final de la canción anterior, y pasas a tener la sensación de estar escuchando un tema inmortal con el paso de las décadas. Jeff siempre dijo que esta canción era la canción sobre su muerte, pero a la cual no le tenía miedo. Con "The Last Goodbye" sientes cierto relax, ya que es un tema de oído fácil y agradable textura. Su letra también habla de desamor (cómo no) pero esta vez desde una perspectiva más habitual, eso no la convierte en una canción menor, tanto a nivel de letra como de arreglos con la guitarra se trata de una canción sensacional a pesar de su estética comercial. Este interludio de relajación sigue con "Lilac Wine", que da al disco un toque casi de incienso al ambiente. "So Real" es una canción nada fácil de escuchar, desagradable para muchos, pero totalmente imprescindible y una de sus mejores obras, aunque la versión escuchada en el disco diría que no se acerca para nada al éxtasis que sufre el público cuando la oye en vivo (cosa que os recomiendo, sobretodo en el concierto del Metro Cabaret en Chicago, 1995). Según el propio Buckley, cuando uno dice "Que te jodan!" a alguien que le importa en realidad estás diciendo "Te amo", y esa canción lo que hace es combinar ambas cosas. Los 3 siguientes temas son bonitos, emotivos y melancólicos, empezando por el conocido "Hallelujah", un himno a la vida y a los amores perdidos, y acabando por "Corpus Christi Carol", lo cual tal vez dé un toque muy ecuménico o religioso al disco, y más con la belleza vocal con la que lo realiza Buckley. Esas dos canciones rodean a una de las canciones más bellas y tristes que he oído en mi corta vida: "Lover, You Should've Come Over", de la cual os recomiendo leer la letra, y buscar la traducción si no la entendéis, es entonces cuando uno vé que lo que está leyendoescuchando es pura poesía. Jeff dijo literalmente que esta canción la compuso con el teléfono al lado "esperando la llamada de ella", la cual nunca llamó. Esta canción tiene uno de los estribillos más emocionantes y bonitos que ha oído quien escribe estas líneas:

It's never over,
My kingdom for a kiss upon her shoulder
It's never over,
all my riches for her smiles when I slept so soft against her...
It's never over,
All my blood for the sweetness of her laughter...
It's never over,
She's a tear that hangs inside my soul forever...


Los últimos dos temas son quizás los que siempre descarta la gente de sus escuchas y re-escuchas del disco. "Eternal Life" es quizás una canción menor pero con mucha fuerza, se trata de una canción que Jeff compuso en una tarde en el sofá de un amigo, y habla de odio, estereotipos, fanáticos y toda la calaña de personas que intentan adueñarse del mundo ya que se piensan que les pertenece. "Dream Brother" está basada en un poema de Chris Dowd, que habla de la ruptura de un hombre con una mujer embarazada de su hijo. Se trata de la primera canción que compuso.


"Forget Her" es una canción que originalmente no estaba en Grace en la edición de 1994 pero sí en las posteriores, ya que se grabó en las mismas sesiones donde se grabó Grace, el propio Jeff la descartó en detrimento de "So Real". Yo encuentro que hasta los genios se equivocan, y Jeff debió añadirla de inicio. Es una canción tan o más triste que "Lover, You Should've Come Over" y no apta para cardiópatas, ya sólo la música produce cierto dolor al recordar las relaciones que a todos sin excepción nos han salido mal (el título ya es un presagio: "Olvídala"). La pasión con la que la realiza es la que te acaba de dar esa patada para que te emociones profundamente. Os la recomiendo mucho.

Pensando con cuál de sus canciones colgar, lo fácil hubiese sido dejaros con la más fácil de escuchar pero menos representativa ("The Last Goodbye") o con la más famosa sin ser suya ("Hallelujah"), la cual todos hemos oído alguna vez y la mayoría de gente sólo la identifica con su voz y no con la de Cohen. Así que os dejaré con una de las más tristes no apta para corazones heridos, una canción que habla de cómo las parejas se rompen por la estupidez dándose cuenta de lo importante que era la persona perdida demasiado tarde: "Lover, You Should've Come Over":



miércoles, 24 de agosto de 2011

Mike Oldfield - Tubular Bells (1973)

Hola, me llamo Iñaki y se me ha invitado a este blog para hacer críticas musicales, así que intentaré aportar parte de cómo vivo la música que me gusta. Empezaré por uno de mis artistas favoritos: Mike Oldfield, y con su "ópera prima" y más significativa: Tubular Bells.

Tubular Bells es uno de esos clásicos que todo el mundo cree conocer y en realidad es el gran desconocido que revolucionó la música de Rock Sinfónico y la New Age de los años 70 (muchos de sus fans discrepan de esa etiqueta, aunque no es más que eso, una etiqueta). Tubular Bells fue un experimento, una composición totalmente atípica de Oldfield. Sus primeros acordes normalmente enganchan a la audiencia por el condicionamiento cultural que nos produjo "El Exorcista" al incluir esta parte (la inicial) del álbum en su película. Para bien o para mal, "El Exorcista" y Tubular Bells siempre irán de la mano, pero no todo queda en ese fraseo inicial de piano, sino mucho más.

Para ponernos en contexto hay que hablar del autor: A Mike Oldfield hay que entenderlo como lo que es. Música nacida en Inglaterra, lejos de las grandes ciudades. Por eso su música empezó con toques celtas, influencias francesas, escocesas e irlandesas. Posteriormente adoptó ritmos muy básicos, semejantes a los tribales. Sonidos que te llevan sobretodo a imaginarte bosques, vuelos en avión (o sin él, imaginándote tú con alas), paisajes de Indochina, de islas de Oceanía. Su música está siempre encarada al cielo, dedicada al mismo. En realidad a la naturaleza en general. Hay que destacar que Mike es un gran amante de los aviones y la astronomía. A pesar que la guitarra eléctrica es la máquina principal de viaje por su música (piedra angular de su música, casi nunca falta la guitarra), él toca casi todos los instrumentos que suenan, incluida percusión. La única razón por la que en los conciertos hay mucha gente tocando cosas es porque él no puede tocarlo todo, pero sin duda es un genio moderno. Le gusta percutir los instrumentos, dar golpes a las cuerdas de la guitarra (empezó como bajista, que se dedica a eso, a golpear las cuerdas), el glockenspiel (un xilófono que en vez de ser de madera es de piezas metálicas), las campanas tubulares (lo que le ha hecho más famoso desde los años 70) y otros muchos instrumentos que él siempre está dispuesto a utilizar y a experimentar (a finales de los 80 se fue a Galicia y descubrió los gaiteros gallegos, se enamoró de ellos y de nuestro país, por eso empezó a incluir gaitas gallegas y guitarra española en sus piezas desde los años 90).

Tubular Bells es un viaje, el cual empieza suave y acaba de forma magistral e intensa, bajo el efecto de los instintos más primarios. La obra, inicialmente y a causa del vinilo, se dividía en 2 partes, una por cara (en una versión más reciente para el 30 aniversario en 2003, la cual fue reinterpretada ya que Oldfield siempre ha dicho que la primera versión fue con instrumentos desafinados y mesas de mezclas malas, se les puso nombre a algunos compases). La primera parte empieza como todos sabemos, un preludio de piano genial, no por otra cosa sino que es una melodía que se te queda enganchada y te resulta imposible de olvidar. Poco a poco va entrando el bajo, y las guitarras, la percusión en una serie de altibajos melódicos, que uno no sabe como interpretar, hasta entrar en una fase final algo extraña en un disco de música moderno: una melodía repetitiva con un ritmo de bajo que va dando paso a todos los instrumentos, uno por uno, y que una voz ceremonial les va dando nombre, para que los identifiquemos... hasta finalizar con el instrumento que da nombre al disco: Las campanas tubulares.

Su segunda parte yo siempre la he interpretado como "el paso de la evolución humana", además creo que es bastante claro. Empieza con una canción tranquila y acuática, de nuestra vida antes de ser terrenal, de ahí emergen sonidos que evocan más a lo bucólico de los paisajes, valles, montañas, prados, y la vida que fluye en ellos para acabar en una parte tortuosa y desagradable, donde una dos voces toscas (las cuales hacen de todo menos cantar) parece que discuten o intentan decirnos que son seres humanos y que están aquí para dominar el mundo le peses a quien le pese... el nacimiento de la especie humana, todo deja de ser bucólico y tranquilo y pasa a angustiar hasta tal punto que se cumple la máxima "después de la tormenta viene la calma"... una pieza celestial y serena acaba con el disco. El último minuto de Tubular Bells es una sorpresa sólo apta para los que aguanten esos 25 minutos de la "Cara B".

Existen una segunda y tercera entrega de Tubular Bells, si bien la segunda fue un "complemento" de la primera (según el mismo Mike Oldfield) y la tercera una revolución en su estilo de música (que tiene poco que ver con Tubular Bells), hay que decir que ambas son muy buenas obras, pero muy por debajo al legado artístico que dejó la primera de ellas. Como curiosidad, quien escuche Tubular Bells II y conozca bien la original, se dará cuenta de que esos altibajos y momentos de los que hablaba, son casi un calco, aunque las melodías cambian por completo, dándole otra sonoridad y siendo una pieza también muy buena.


Aquí os dejo la primera parte completa de la obra:


viernes, 22 de octubre de 2010

Sufjan Stevens - The Age of Adz

Quizá estemos frente al mejor disco del 2010.
Quizá estemos frente al mejor disco de todos los tiempos.
Muy probablemente lo sea tan sólo para mí y, sinceramente, esto es algo que sobrepasa de tal manera mis expectativas musicales (que sin falsa modestia, son bastante altas), que me abruma hasta el punto de verme poco capaz de transmitir en unas líneas algo coherente y sensato sobre él.

Podría decir "The Age of Adz es una obra maestra; una orgía sonora", y aquí paz y después gloria. Me quedaría tan ancha.
No mentiría, y cada cual que juzgase por sí sólo.

No es Come on feel the ILLINOISE y yo lo agradezco. Son once albums dentro de uno mismo. Mil escenarios sonoros que se expanden entre las entrañas. Visceral hasta decir basta (si te ves capaz de decirlo en algún momento).

Hoy me entero de que, al parecer, Sufjan Stevens estuvo gravemente enfermo en el 2009, y algunos de los temas como I want to be well, comienzan a cobrar vida propia. Veo reflejadas las conversaciones entre él y sus fantamas (y los míos, y los tuyos) en cada estrofa de Vesuvius.
Los anhelos sentimentales (Bad Communication), las metas vitales (Now that I'm Older) y los desastres personales (I walked) . Perfectamente tratados porque salen del propio espíritu en efervescencia de este genio de Detroit tocado por una varita mágica.

Musicalmente comparado con Kid A de Radiohead. Tal vez el shock neuronal que provoca tanta variedad sonora sea similar. Cuando te encuentras con la música en estado puro, ves literalmente el cielo abierto. The Age of Adz está orquestado por ángeles, y Sufjan Stevens sabrá cómo lo ha hecho, pero no seré yo quien le pida explicaciones.
Acaso le haré una reverencia y le daré eternamente las gracias por disfrutar de los placeres acústicos de magistralidades como Impossible Soul.

Ojalá su colega Dios me deje participar en directo de ello.


lunes, 18 de octubre de 2010

F - Energy Distortion (7even Recordings ).

F - Energy Distortion. Marzo 2010. (7even Recordings ).









Ahora que veo que el estudio me come, que los exámenes pasan de mirarme de reojo a desafiarme descaradamente cara a cara y que cada vez hay menos tiempo para descubrimientos musicales, se me ocurre “despedirme” temporalmente con un gran hallazgo poco comentado que encontré hurgando hace pocos meses en las estanterías de una de mis tiendas de discos fetiche.

Se trata de ”Energy distortion”. Lo firma F, el aka de Florent Aupetit, (http://www.myspace.com/musicbyf ), productor francés que con esta primera referencia del sello 7even Recordings, (http://www.myspace.com/7evenrecordings)
condensa ritmos dubstep con el techno de forma similar a la que Martyn o 2562 nos exponen en sus trabajos “Great Lenghts” y “Unbalance”, discos que por otro lado recomiendo encarecidamente. En este álbum tienen importancia los bajos, por supuesto. Los bombos densos típicos del dubstep también, pero se utilizan como excusa, desde mi punto de vista, para desarrollar un concepto del techno basado en los breaks del UK garage. Es decir, si le sustraemos al disco los tintes dubstep y le añadimos bases del 4x4 clásico de Detroit, estaríamos en presencia de un trabajo de techno oscuro.

¿Qué lo hace especial? Conseguir ese punto de divina perfección en el que se aprecia las texturas típicas del techno, intensas a lo Basic Channel y esos toques de bajos gruesos acompañados de cajas martilleantes que consiguen atrapar al oyente. Si a todo ello, le sumamos pinceladas de dub, con hi-hats que recuerdan a la época rave inglesa y algo más de oscuridad, tenemos esta magnífica obra que es, a mi modo de entender, este “Energy Distortion”.

Arrgghhh….da coraje que uno se ponga a hacer lo que realmente le entusiasma como descanso a las obligaciones y encima con prisas para poder seguir con el estudio. La vida debería ser de otra manera. He de decir, que mientras han pasado estos minutos, ha sonado el teléfono sin que tan siquiera me haya molestado en girar la vista, no he sentido el gusano traicionero de encender ni un miserable cigarro, ha caído la noche y aún me quedan por estudiar cientos de artículos, leyes y reales decretos antes de ir a dormir.

Por último, y como recomendación aparte sugiero el álbum homónimo que Magnetic Man ( grupo de full de ases: Skream, Benga & Artwork ), han sacado a la venta en este 2010, publicado en Columbia. Como de este trabajo ya se escribirían ríos de tinta debido a la repercusión que imagino tendrá, yo me limito a hacer esta breve mención. Sólo comentar: el dubstep con sonido rave incluido ha llegado al mercado. Ni bien, ni mal, simplemente con “Magnetic Man”, se abre una puerta, que siendo pesimistas a lo mejor nunca fue buena idea abrir. Pero en la música no me gusta ser pesimista. Se trata de experimentar, de sorprender dependiendo de las posibilidades que esta ofrezca. Y como estamos ante una música, la electrónica, que dejó tiempo ha de ser clasificable sin errar, de mutar escurridizamente de un estilo a otro, este paso está desde mi punto de vista justificado. Y máxime cuando hablamos de un álbum tan redondo y potente como es “Magnetic Man”.

sábado, 2 de octubre de 2010

Burial. "Fostercare".



Una noche escribí estas líneas inspirándome en las imágenes del video, y los graves asfixiantes, las voces humeantes de gente que retumbaban en mi cabeza y los bombos del agobio.

Hoy respiro. La razón de esta entrada es simplemente que estreno altavoces nuevos. Mucho mejor así. No tengo razones, por fin, para justificar ya estas palabras, pero basta saber que un día estuvieron en mi mente, como para sonreir y alegrarme.
KRK-6, de 100 watios que potencian los graves como Burial se merece. Esa es una buena razón.

"Preciosa historia la de quien
inhala suspiros por las noches,
cargados de THC
esperando la hora en que
de una vez
sus pensamientos caminen,
que no le asfixien,
que por fin un soplo de aire y luz,
puedan, como tú,
oxigenar el espacio cargado y
polvoriento
y aliviar el latir lento,
del que no escucha fragancias
ni huele melodías,
sino que solo esperaba el momento
en que el soleado díatrajera a su lado a quien más quería.
Dulce historia gris
la de quien piensa sin dormir;
y mezcla luna con día,
y sol a oscuras,
colores fuertes intensos
con el triste blanco y negro
sin querer confundir
que la realidad no nace dentro,
y que no supo poner fin,
ni tan siquiera a esto...."

viernes, 27 de agosto de 2010

Edward Sharpe and The Magnetic Zeros - Up From Below (2009)

Creo que no podría haber elegido otro grupo mejor para hacer mi primera aparición en el blog como colaboradora que éste que he escogido.
De repente sucede que buscando de la forma más inocente posible, te das de bruces con un brillante del tamaño del sol. Hablo en términos musicales. Y no sólo musicales.
Quizás no es nada de eso, pero es que soy muy dada a buscar el disco que se ajuste perfectamente con mi estado de ánimo. Y una vez más lo he encontrado y me he entregado a él como pez que surcando el río, llega por fin al mar.
Ahora que está tan de moda (y tan sobrevalorado, que dirían otros) el Spotify, a estos chicos magnéticos los relacionan con Karen O and The Kids, Bon Iver o Devendra Banhart. No sé si técnicamente tendrán algo que ver, y sinceramente no me importa demasiado. Para mí la diferencia abismal que existe con ellos, es que el Up from Below (y ahora me doy cuenta que hasta en el nombre se aprecia), es un disco completamente positivo, lleno de acordes mayores que invitan al optimismo. Lleno de vitalidad, de ganas de todo, de alegría, de hacer el amor y no la guerra. Y es que es un disco tremendamente hippie (atención a Om Nashi Me). Pero hippie de los buenos, de por un momento trasladarte al Woodstock del '69 o ir en una Volkswagen California bendiciendo a los espíritus del norte por la luz del sol.
Imaginad a Arcade Fire (40 Day Dream) tocando con The Beta Band o Air (I come in Please), viendo símbolos del Ohm por doquier, y cantando canciones sin temática depre. Imaginad a una Kelly Family indie y modernita.

Decidme si Kisses over Babylon no es una mezcla semi perfecta de Beirut y las bandas sonoras de las películas de Quentin Tarantino.

Esos son Edward Sharpe and the Magnetic Zeros.

Dad la bienvenida en vuestras vidas al signo + y disfrutad del tremendo canto al amor que es Home en este vídeo feliz.



Paz, amigos.


jueves, 29 de julio de 2010






MOUNT KIMBIE. “Crooks & Lovers”. ( 19/07/2010, Hotflush Recordings ).








Vale, aún quedan cinco meses para terminar el año. De acuerdo, tal vez Crooks & Lovers no sea tan regular como los anteriores EPs de Mount Kimbie ( hablamos de Maybes, y de Sketch on Glass, ambos de 2009 en Hotflush Recordings ). Pero hay varias razones para afirmar que Dominic Maker y Kai Campos, dúo de Brighton, han elaborado uno de los mejores discos de 2010.

La primera es objetiva. Casi todos los oídos con un mínimo de sensibilidad han sabido captar la belleza, de por lo menos, un tema del disco. Amigos, familiares, conocidos o meros contactos de las redes sociales coinciden en que “Carbonated”, “Before I move off” o “Field” tienen un no saben qué, que no saben ellos. Independientemente de nuestro origen musical, la gran mayoría hemos coincidido en valorar positivamente un disco de apenas treinta y seis minutos de duración. Y eso lo hace cuanto menos interesante.

La segunda es técnica. Y es que Mount Kimbie han dado un paso más en su evolución musical introduciendo arreglos de cuerda, hasta ahora poco o nada utilizados en sus anteriores EPs, y también presentando un trabajo dispar que, lejos de desconcertar al oyente, más bien le muestra una variada paleta sonora capaz de hacer imaginar los paisajes más preciosistas. Y todo ello sin aburrir, desde mi punto de vista.

Igualmente se aprecia una mezcla perfecta entre la composición electrónica ( basada en ritmos, cajas de ritmos o sintes ) y arreglos orgánicos, si bien tratados con programación electrónica ( como es el caso del sampleo y loopeo de voces pregrabadas ).

En definitiva, las guitarras acústicas, los repiques de bajos y demás artimañas orgánicas nos acercan a una música más humana que el resto de panorama emostep o como demonios se quiera llamar a la actual escena UK. Ya que Crooks & Lovers no es ni dubstep, ni simple ambient, ni electrónica para bailar con lágrimas, ni avant-rock. No creo que existan etiquetas para clasificar su aporte, ni momentos o lugares especiales para darle al play. Se trata de todo eso, más un componente aleatorio ( llámalo X ), que hace que la suma de las partes sea inferior a la inmensidad de esta obra.

Lo grande de la música, es que tú, y nada más que tu curiosidad, tiene la capacidad de despejar esa incógnita, dejándote llevar por el gas de este disco. Y es que Crooks & Lovers evoca a ese estado gaseoso en que muchas veces nos gustaría convertirnos para evadirnos, dejar en tierra cada vivencia o momentos de hastío y poder evaporarnos con tan sólo sentir su sustancia penetrando por nuestro oídos.

Aquí os dejo con un track muy especial para mi, pues he decidido desde que lo escuché en un vagón de metro, concretamente mientras atravesaba un largo túnel, forme parte de mis momentos más especiales. Es inevitable parar un segundo en esos ratitos diarios, caer en que estás siendo de lo más feliz, masticar ese profundo bienestar que te reportan las cosas simples, cerrar los ojos y dejar que tus dedos seleccionen casi instintivamente el número 6 del disco, para así ponerle banda sonora a unos segundos en que sólo una sonrisa de alguien cercano, su voz, o cualquier otra razón son suficientes para que luzca en lo más recóndito de tu alma un rayito de luz.

“Carbonated” es un juego perfecto de contrapuntos, en el que si bien el ritmo es un doble bombo y un silencio, los golpes caja te hace volar con sus contratiempos. Juegas a seguirlos, a memorizarlos; y en ello te has ganado una doble sonrisa. En todo momento se aprecia la bella tranquilidad que aportan los teclados, como paseándose en el aire, dando un toque melódico bastante ambient. Los sintes recuerdan la época rave, desde mi percepción. Espacios abiertos de mañana ya, en mitad de un campo, en medio de la nada, donde danzas como loco sin pensar en las horas que se van. El hihat marca el ritmo que sigue tu cabeza. Las cajas el que llevarán tus brazos, que se convierten en el impulso para echar a volar de un momento a otro. Y las voces…belleza pura intravenosa. En el momento en que aprecias el conjunto de cada pista, una vez has identificado cada una por separado, notas que tus pies ya no están donde estaban al inicio. Disfrútalo. Y sobre todo, si te gusta, hazlo tuyo. Poner un momento especial en cada sonido que escuches, es la labor más gratificante que, supongo, un artista pretende; y que más enriquece en la música.