jueves, 25 de agosto de 2011

Jeff Buckley - Grace (1994)

"Grace" empieza con una leve y perturbadora voz celestial y con sencillos arpegios de guitarra de la canción "Mojo Pin". Pero pronto te das cuenta de que lo que oyes no es rock, pop, indie, grunge o punk de los años 90 sino algo más. Para este cantante, guitarrista y poeta llamado Jeff Buckley haría falta crear un género a parte, ya que después de escucharlo durante un lustro y convertirse en mi solista favorito todavía no sé cómo catalogarle. Bueno sí, os diré que una vez lo catalogué a la ligera como "música para cortarse las venas", ya que (y es un aviso para primerizos de este artista) su música es extremadamente melancólica y desgarradora en general, con una tristeza que hace que los fóbicos a canciones tan sensibles lo aborrezcan de buenas a primeras.

Un cantante con una voz bonita, a ratos femenina, y con un rango vocal de 4 octavas y media aproximadamente al sumarle el falsete (un falsete con un vibratto bellísimo), le convierten en una de las voces masculinas más superdotadas que he oído nunca en un cantante alternativo, y en un cantante rock en general (para que os hagáis a la idea Matt Bellamy de Muse y Freddie Mercury de Queen tenían entre 3 y 3'5 octavas de registro).



Su prematura muerte ahogado en extrañas circunstancias en un afluente del Mississippi mientras cantaba una de sus canciones favoritas de Led Zeppelin en una noche de relax mientras grababan su 2º disco de estudio en 1997, convirtieron su primer disco y canciones inacabadas del segundo en objeto de culto para los que de verdad sentían devoción por este artista y que, a la postre, son los que han hecho que su popularidad prospere poco a poco hasta la actualidad para darle el reconocimiento que no tuvo en su día.

Este disco no fue éxito de ventas ni destacó entre los medios de comunicación (en España ni se supo quién fue durante sus años activos), pero en algunos países sí se le dio debido reconocimiento en vida. Tales como su natal EEUU y Francia, y en menor medida Reino Unido.

La primera vez que oyes a Jeff Buckley te llama la atención por lo extraña que suena su música, la cual no tiene nada que ver con la música comercial de rock o alternativo o indie que solemos oír. Y yo personalmente necesité de 3 o 4 escuchas para encontrarle el punto y el gusto. Si para colmo eres capaz de entender sus letras a la primera de cambio, el placer puede llegar a ser triple, ya que por el mismo precio tienes una poesía melancólica con una música bien arreglada (Jeff era un excelente guitarrista) y una voz soberbia... en cuanto le encuentras ese punto, Jeff Buckley entra por tu mente y es capaz de recorrerla entera con cada canción, despertando emociones y haciéndote estremecer con sus cambios y sus momentos, entiendas las letras o no. Es difícil de entender, además, cómo puede sacar una música y un sonido tan bello desde la base del rock (es decir: base de percusión de batería y bajo, y luego guitarras rítmica y solita casi en exclusiva), un sonido sacado de su inseparable Fender Telecaster color crema con la que siempre se le veía en los conciertos (él hacía de guitarra solista con su banda).

Acerca de las canciones su único album de 1994 hay que destacar 4 vertientes en las que se mueve el disco: las más "comerciales" (básicamente en esta lista sólo entra "The Last Goodbye" y un poquito "Grace" aunque es fácil darse cuenta que es de todo menos comercial, pero sin duda era la que más gustaba y la más explotada en los medios que le prestaban atención), las poesías musicales ("Lover, You Should've Come Over", "Corpus Christi Carol", "Dream Brother" y en menor medida "Forget Her"), las canciones desgarradoras ("Grace", "Mojo Pin", "So Real", "Forget Her") y las 2 versiones de otros artistas que él incluyó en este álbum ("Lilac Wine" de Nina Simone y "Hallelujah" de Leonard Cohen, por los cuales él sentía admiración y devoción, sobretodo por Nina Simone). En el caso del "Hallelujah", se cumple una excepción máxima de que las versiones nunca mejoran la canción original o nunca le aportan nada nuevo, en este caso, cambiando la canción casi por completo (instrumentación, voz, coros, tiempos, etc) Jeff Buckley consigue recrear un tema dándole el toque "celestial" que en verdad debió tener el original de Leonard Cohen (cuya versión original es más emotiva que ceremoniosa).

Si se hace una escucha total del disco, de principio a fin, incluso el orden de las canciones es acertado. Antes destacaba el sonido celestial, leve y perturbador de "Mojo Pin". En una entrevista a Brad Pitt (fan de Buckley) comentaba precisamente eso, lo mucho que llama la atención esa canción, ya que su mujer puso el disco desde el inicio y cuando empezó a sonar, el propio Pitt, que no conocía a Jeff Buckley, no fue capaz de despegar su oído de los altavoces. Se trata de una canción que habla de los efectos de las necesidades y obsesiones, de los sueños, y alucinosis a los que eres inducido por ellas. Su segunda canción, "Grace" produce un cambio brusco ya iniciado por el final de la canción anterior, y pasas a tener la sensación de estar escuchando un tema inmortal con el paso de las décadas. Jeff siempre dijo que esta canción era la canción sobre su muerte, pero a la cual no le tenía miedo. Con "The Last Goodbye" sientes cierto relax, ya que es un tema de oído fácil y agradable textura. Su letra también habla de desamor (cómo no) pero esta vez desde una perspectiva más habitual, eso no la convierte en una canción menor, tanto a nivel de letra como de arreglos con la guitarra se trata de una canción sensacional a pesar de su estética comercial. Este interludio de relajación sigue con "Lilac Wine", que da al disco un toque casi de incienso al ambiente. "So Real" es una canción nada fácil de escuchar, desagradable para muchos, pero totalmente imprescindible y una de sus mejores obras, aunque la versión escuchada en el disco diría que no se acerca para nada al éxtasis que sufre el público cuando la oye en vivo (cosa que os recomiendo, sobretodo en el concierto del Metro Cabaret en Chicago, 1995). Según el propio Buckley, cuando uno dice "Que te jodan!" a alguien que le importa en realidad estás diciendo "Te amo", y esa canción lo que hace es combinar ambas cosas. Los 3 siguientes temas son bonitos, emotivos y melancólicos, empezando por el conocido "Hallelujah", un himno a la vida y a los amores perdidos, y acabando por "Corpus Christi Carol", lo cual tal vez dé un toque muy ecuménico o religioso al disco, y más con la belleza vocal con la que lo realiza Buckley. Esas dos canciones rodean a una de las canciones más bellas y tristes que he oído en mi corta vida: "Lover, You Should've Come Over", de la cual os recomiendo leer la letra, y buscar la traducción si no la entendéis, es entonces cuando uno vé que lo que está leyendoescuchando es pura poesía. Jeff dijo literalmente que esta canción la compuso con el teléfono al lado "esperando la llamada de ella", la cual nunca llamó. Esta canción tiene uno de los estribillos más emocionantes y bonitos que ha oído quien escribe estas líneas:

It's never over,
My kingdom for a kiss upon her shoulder
It's never over,
all my riches for her smiles when I slept so soft against her...
It's never over,
All my blood for the sweetness of her laughter...
It's never over,
She's a tear that hangs inside my soul forever...


Los últimos dos temas son quizás los que siempre descarta la gente de sus escuchas y re-escuchas del disco. "Eternal Life" es quizás una canción menor pero con mucha fuerza, se trata de una canción que Jeff compuso en una tarde en el sofá de un amigo, y habla de odio, estereotipos, fanáticos y toda la calaña de personas que intentan adueñarse del mundo ya que se piensan que les pertenece. "Dream Brother" está basada en un poema de Chris Dowd, que habla de la ruptura de un hombre con una mujer embarazada de su hijo. Se trata de la primera canción que compuso.


"Forget Her" es una canción que originalmente no estaba en Grace en la edición de 1994 pero sí en las posteriores, ya que se grabó en las mismas sesiones donde se grabó Grace, el propio Jeff la descartó en detrimento de "So Real". Yo encuentro que hasta los genios se equivocan, y Jeff debió añadirla de inicio. Es una canción tan o más triste que "Lover, You Should've Come Over" y no apta para cardiópatas, ya sólo la música produce cierto dolor al recordar las relaciones que a todos sin excepción nos han salido mal (el título ya es un presagio: "Olvídala"). La pasión con la que la realiza es la que te acaba de dar esa patada para que te emociones profundamente. Os la recomiendo mucho.

Pensando con cuál de sus canciones colgar, lo fácil hubiese sido dejaros con la más fácil de escuchar pero menos representativa ("The Last Goodbye") o con la más famosa sin ser suya ("Hallelujah"), la cual todos hemos oído alguna vez y la mayoría de gente sólo la identifica con su voz y no con la de Cohen. Así que os dejaré con una de las más tristes no apta para corazones heridos, una canción que habla de cómo las parejas se rompen por la estupidez dándose cuenta de lo importante que era la persona perdida demasiado tarde: "Lover, You Should've Come Over":



miércoles, 24 de agosto de 2011

Mike Oldfield - Tubular Bells (1973)

Hola, me llamo Iñaki y se me ha invitado a este blog para hacer críticas musicales, así que intentaré aportar parte de cómo vivo la música que me gusta. Empezaré por uno de mis artistas favoritos: Mike Oldfield, y con su "ópera prima" y más significativa: Tubular Bells.

Tubular Bells es uno de esos clásicos que todo el mundo cree conocer y en realidad es el gran desconocido que revolucionó la música de Rock Sinfónico y la New Age de los años 70 (muchos de sus fans discrepan de esa etiqueta, aunque no es más que eso, una etiqueta). Tubular Bells fue un experimento, una composición totalmente atípica de Oldfield. Sus primeros acordes normalmente enganchan a la audiencia por el condicionamiento cultural que nos produjo "El Exorcista" al incluir esta parte (la inicial) del álbum en su película. Para bien o para mal, "El Exorcista" y Tubular Bells siempre irán de la mano, pero no todo queda en ese fraseo inicial de piano, sino mucho más.

Para ponernos en contexto hay que hablar del autor: A Mike Oldfield hay que entenderlo como lo que es. Música nacida en Inglaterra, lejos de las grandes ciudades. Por eso su música empezó con toques celtas, influencias francesas, escocesas e irlandesas. Posteriormente adoptó ritmos muy básicos, semejantes a los tribales. Sonidos que te llevan sobretodo a imaginarte bosques, vuelos en avión (o sin él, imaginándote tú con alas), paisajes de Indochina, de islas de Oceanía. Su música está siempre encarada al cielo, dedicada al mismo. En realidad a la naturaleza en general. Hay que destacar que Mike es un gran amante de los aviones y la astronomía. A pesar que la guitarra eléctrica es la máquina principal de viaje por su música (piedra angular de su música, casi nunca falta la guitarra), él toca casi todos los instrumentos que suenan, incluida percusión. La única razón por la que en los conciertos hay mucha gente tocando cosas es porque él no puede tocarlo todo, pero sin duda es un genio moderno. Le gusta percutir los instrumentos, dar golpes a las cuerdas de la guitarra (empezó como bajista, que se dedica a eso, a golpear las cuerdas), el glockenspiel (un xilófono que en vez de ser de madera es de piezas metálicas), las campanas tubulares (lo que le ha hecho más famoso desde los años 70) y otros muchos instrumentos que él siempre está dispuesto a utilizar y a experimentar (a finales de los 80 se fue a Galicia y descubrió los gaiteros gallegos, se enamoró de ellos y de nuestro país, por eso empezó a incluir gaitas gallegas y guitarra española en sus piezas desde los años 90).

Tubular Bells es un viaje, el cual empieza suave y acaba de forma magistral e intensa, bajo el efecto de los instintos más primarios. La obra, inicialmente y a causa del vinilo, se dividía en 2 partes, una por cara (en una versión más reciente para el 30 aniversario en 2003, la cual fue reinterpretada ya que Oldfield siempre ha dicho que la primera versión fue con instrumentos desafinados y mesas de mezclas malas, se les puso nombre a algunos compases). La primera parte empieza como todos sabemos, un preludio de piano genial, no por otra cosa sino que es una melodía que se te queda enganchada y te resulta imposible de olvidar. Poco a poco va entrando el bajo, y las guitarras, la percusión en una serie de altibajos melódicos, que uno no sabe como interpretar, hasta entrar en una fase final algo extraña en un disco de música moderno: una melodía repetitiva con un ritmo de bajo que va dando paso a todos los instrumentos, uno por uno, y que una voz ceremonial les va dando nombre, para que los identifiquemos... hasta finalizar con el instrumento que da nombre al disco: Las campanas tubulares.

Su segunda parte yo siempre la he interpretado como "el paso de la evolución humana", además creo que es bastante claro. Empieza con una canción tranquila y acuática, de nuestra vida antes de ser terrenal, de ahí emergen sonidos que evocan más a lo bucólico de los paisajes, valles, montañas, prados, y la vida que fluye en ellos para acabar en una parte tortuosa y desagradable, donde una dos voces toscas (las cuales hacen de todo menos cantar) parece que discuten o intentan decirnos que son seres humanos y que están aquí para dominar el mundo le peses a quien le pese... el nacimiento de la especie humana, todo deja de ser bucólico y tranquilo y pasa a angustiar hasta tal punto que se cumple la máxima "después de la tormenta viene la calma"... una pieza celestial y serena acaba con el disco. El último minuto de Tubular Bells es una sorpresa sólo apta para los que aguanten esos 25 minutos de la "Cara B".

Existen una segunda y tercera entrega de Tubular Bells, si bien la segunda fue un "complemento" de la primera (según el mismo Mike Oldfield) y la tercera una revolución en su estilo de música (que tiene poco que ver con Tubular Bells), hay que decir que ambas son muy buenas obras, pero muy por debajo al legado artístico que dejó la primera de ellas. Como curiosidad, quien escuche Tubular Bells II y conozca bien la original, se dará cuenta de que esos altibajos y momentos de los que hablaba, son casi un calco, aunque las melodías cambian por completo, dándole otra sonoridad y siendo una pieza también muy buena.


Aquí os dejo la primera parte completa de la obra: